Una de las recomendaciones más escuchadas en las últimas décadas en materia de alimentación se refiere a la completa eliminación de las grasas, pero esa creencia está a punto de irse a tierra, tras las conclusiones alcanzadas en recientes estudios.
Nuevas investigaciones sugieren que dejar de consumir alimentos de origen animal y grasas saturadas pueden causar males cardiacos.
El resultado de esta investigación, que buscó saber y medir cómo ha sido afectado el patrón dietético, no pudo ser más concluyente: “los científicos de antes etiquetaron a la grasa como el enemigo, pero estaban equivocados”.
El resumen de los 76 análisis publicados en la revista científica Annals of Internal Medicine no se queda ahí; también advierte que consumir productos demasiado magros, faltos totalmente de grasas, es lo que en realidad aumenta el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.
De esa manera podríamos estar en el inicio de una época de reivindicación de las grasas saturadas, como la manteca, la leche no descremada y las carnes rojas, que podrían volver al sitio que tenían en el siglo XIX, cuando los médicos elogiaban sus virtudes.
Y ¿cómo llegaron a estas conclusiones? Sucede que los científicos observaron que la reducción de la grasa en la dieta no sólo no disminuía los niveles de colesterol, sino que tampoco acababa con el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares… pero aumentar la ingesta, tampoco lo aumentaba.
La hipótesis resultaba revolucionaria y contradice lo que hemos escuchado en los últimos 30 años, por lo menos, cuando se ha sugerido a las personas cambiar el consumo de carnes rojas, huevos y lácteos (o sea proteína de origen animal) por más hidratos de carbono, frutas y verduras.
Así estudiaron poblaciones que habitan en comunidades aisladas y que son muy saludables, aunque consumen altos porcentajes de grasa animal. Tras las investigaciones llegaron a la conclusión que son otros factores los que afectan a los seres humanos.
¿Por qué lo dicen? Porque el estudio de vida de esos pueblos aislados son distintos a los hábitos de consumo y alimentación de las sociedades modernas.
Esas comunidades redujeron el sedentarismo al mínimo, tienen aire puro ilimitado y consumen alimentos –animales y vegetales- libres de químicos, pesticidas y otros contaminantes y, dos obviedades más: en la dieta hay cero productos light y cero ingesta de productos chatarra. Entonces si queremos encontrar a los villanos de esta historia, debemos apuntar hacia ellos.